Secretillos de la vida

 Años y años atrás nos juzgábamos por cómo éramos por fuera, nos sacaban defectos donde no los había y nos hacían sentir mal. Y nos los creíamos. Y ellos también se creían los suyos, y nacía una ola de inseguridades y de dudas hacia lo que siempre había estado ahí y te había dado igual.  A veces me miraba al espejo, observándome como una extraña, perdiéndome por detalles absurdos, intentado aparentar lo que no es... Ocultar, cubrir, rectificar, qué más da... Defenderme de mis propios "defectos", avergonzarme o molestarme con ellos... Y esas veces, por poco me olvidaba de que son parte de mí. Y si soy alta o soy baja, o rubia o morena, si tengo los pies planos o si mi cuerpo está lleno de pecas... Pues así es como soy. ¿Por qué convertir una virtud en un complejo? Mejor será aceptar tus características y quererlas, y mimarlas y sentirte afortunado porque son únicas, son lo que te definen, y si no quieres que te definan y puedes cambiarlo, entonces puedes seguir a gusto conti

"Me encuentro en una pista de esquí con mis padres y mi hermana, donde los cuatro juntos intentamos bajar una pista negra que prácticamente es vertical. Yo intento dar indicaciones a mi madre para que sepa por donde acceder, y llegados a un punto comenzamos a bajar. Después nos encontramos en una ciudad que parece egipcia o al menos antigua, y también los cuatro disponemos de un tiempo determinado para hacer nuestras compras. Yo voy siempre por los mismos caminos y no acabo de encontrar las cosas que busco, pero se hace la hora y tengo que regresar al punto de encuentro. Allí están mis padres y mi hermana hablando con mi tío Rufi, que vivía por allí cerca y ha podido acercarse. Después estoy como en una excursión en la que el hijo del "guía", que es un hombre malvado, es mi trágico amante, por decirlo de algún modo. Tenemos que subir a un autobús y su odio nos hace ir hasta el fondo del autobús, marginados de los demás, pero no podemos ir juntos. Prepara como una es

Soñar que tu abuela muere, despertarte y soñar que tu abuelo, que ya murió, asiste a su propio funeral y muerte donde todos mis primos pequeños le reciben con besos, chuches y abrazos sin saber que inmediatamente después tienen que dejarle ir... Que le ayudas a bajar las escaleras medio llorando mientras lleva una maleta de cuero en mano con la que parte hacia algún lugar.. .   Te deja bastante trastocado. Cuanto menos.

Recuerdo perfectamente como era. Recuerdo la tranquilidad que me aportaba oírla hablar. Porque sus palabras eran siempre alentadoras, sabias, y llenas de claves que sin duda me hacían falta. Recuerdo la densidad de las horas que pasábamos hablando, y mi dificultad de retener todo cuanto me decía, a pesar de que daba todo de mí. Y es que había tanto que aprender... Pero no recuerdo sus palabras. Todas las horas invertidas se desvanecieron y de ellas sólo queda lo que reflexioné sobre ellas por escrito o lo que ha quedado integrado en mí. Hace mucho que no sé de ella. Tan sólo por navidades cuando me desea felicidad. Tampoco ella sabe de mí. Me pregunto quién tendrá más curiosidad. Me pregunto quién aprendió más de la otra, aunque tengo claro que soy yo. Me pregunto cómo sería volver a hablar con ella como solíamos hacer. Y contarle todo aquello que debí haberle contado y no le conté. Y decirle lo que siento ahora que lo veo todo de lejos, ahora que me he dado cuenta de tantas cosas e