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My black family

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Necesito dedicarles una entrada, qué menos. Habéis hecho que uno de los años más miserables de mi existencia se haya alegrado por unas semanas. Los Ernest, Canton Ave el número vete a saber, Boston. Massachussets. Qué lejos me pilláis, cabrones. Quería agradeceros, aunque está claro que no vais a leer esto, pero quería deciros que me habéis convertido en una capulla mucho más alegre, a tomarme la vida un poco menos enserio. Es increíble como personas tan diferentes pueden atraerse tanto. Yo, que habría planeado absolutamente TODO para viajar a NY, y tú, Manny Ernest de repente un día me dices venga, NOS VAMOS A NY! Eso en mí era algo inconcebible. Me tenías un poco loca, cabrón. Y tus clases de conducir a las 12 de la noche, o los concursos de escopeta a las 2 de la mañana en el jardín. O ese pedazo de helado que nunca olvidaré. Tus jodidas lecciones de la vida, la paciencia con tu mujer, la paciencia de tu mujer contigo JAJAJAJA. Puto Ben, enano deja de comer que te vas a poner c

To be loved

Llevo varios días dándome cuenta de lo reconfortante que es que alguien te recuerde que le importas. Sobre todo de personas de las que no te lo esperas, por las que has mostrado algo de cariño o sacrificio pero no esperabas nada a cambio. O aquellos familiares lejanos que ves dos veces al año y de repente te plantan un comentario en Facebook. Suena ridículo, pero es una sensación muy agradable. Saber que cuentas con personas que no ves día a día, que casi habías olvidado que existían. Pues siguen ahí. Y te lo recuerdan. Por esto me parece importante no hacer suposiciones, si algo o alguien te importa, dilo, no des por supuesto que la gente lo sabe. Porque hay ocasiones en que no es así. Nos gusta que nos recuerden que todavía importamos algo (y lo digo en primera persona). Por eso quiere, pide perdón, comparte.  Si te has cabreado con tu padre, déjate de tonterías y dile que le quieres antes de irte a dormir, él se irá mucho más tranquilo y tú también.  Otra cosa que no sopor

Regrets?

Vivimos rodeados de decisiones. Unas mejor y otras peor tomadas, pero al fin y al cabo decisiones. Unas nos sacan de apuros, otras nos hunden en la mierda.  Otras, nos hacen arrepentirnos de haberlas tomado. Quizá por tomarlas antes de tiempo, o en mala situación, pero ¿debemos arrepentirnos? Es decir, si las hemos tomado es porque en algún momento de nuestras vidas es justo lo que queríamos, y sabíamos o intuíamos las posibles consecuencias.  ¿Qué esperábamos? ¿Que al tirar de la cadena se fuera la mierda y nuestra Polly Pocket se quedara ahí? Qué ingenuos. Y la pagamos con la vida, intentamos excusarnos y echarle la culpa a personajes míticos con los que nadie vaya a replicar (lo siento por el karma, la virgen, y la puta entre otros). No, señores, la culpa de todo lo que hacemos es solamente nuestra, al igual que lo que hacen los demás es decisión completamente suya. Pretendemos sentirnos culpables por algo que han hecho los demás, ¿en serio? Si por mucho que le comas el coco a un

About myself.

16, ojos azules, morena, alta (o eso dicen). Tímida de primeras, intento de buena persona. Algo violenta -me viene de familia- y en ocasiones demasiado acomplejada. Ya, vale. ¿A quién le importa? Vivimos en una sociedad de mierda (creo que me quedo corta) que sólo busca la autodestrucción de personas. Superficialidad, poco interés por las cosas, poca implicación, y eso sí, mucho alcohol. En fin, esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas. Bueno, hay una tercera opción. Yo la llamo implicación relativa (me ha costado encontrarle un nombre adecuado), donde simplemente escoges la basura emocional que te apetece rescatar. No encuentro una traducción adecuada al español, así que ahí va: Don't be careless, simply care less. Ten personalidad, pero demuestra interés, implícate y da siempre lo máximo que puedas, pero no te tomes las cosas personalmente. Lucha por lo que quieres, supera los obstáculos. Haz feliz a los tuyos, pero primero hazte feliz a ti.