I'M VEGAN

Hoy he llegado a algún límite, creo. No me puedo creer que se me esté juzgando de manera tan cruda por tener compasión. Por tratar a otros que se asemejan a mi más de lo que se nos ha enseñado como iguales.

Es que no llego a comprender qué mal hago a nadie por no comer animales. Ni cómo es posible que lo radical sea no hacerlo, no comer animales, en lugar de lo contrario. Sobre todo cuando la ciencia y la evolución han demostrado que es totalmente innecesario.

La compasión, esa cualidad de la que tanto presumimos como humana, es burlada hasta la saciedad por el miedo a enfrentarnos a una realidad que en el fondo sabemos que existe.

Cada vez que hablo del sufrimiento animal, o comento la realidad sobre la industria alimentaria, recibo muchos comentarios del tipo "ay no, no me lo cuentes, no quiero saberlo"; mientras disfrutan del saturado sabor del bacon, o del queso.

Y con esto no quiero culpar a nadie. Todos hemos crecido en entornos en los que la proteína venía del animal, en los que el calcio viene de la leche y en los que el perro es tu amigo y el pato es tu comida. Unas culturas que varían en la especie en particular, pero que todas veneran a unas y codenan a otras a morir para llenar nuestro plato. Y no quiero culpar a nadie, porque el instinto de supervivencia, y sobre todo la desinformación, es lo que nos ha llevado hasta aquí.

No: la proteína no tiene que venir del animal, ni existen tipos de proteína que sólo se encuentran en animales. Todos los aminoácidos esenciales que necesitamos pueden encontrarse en alimentos vegetales.

No: los animales no fueron creados para que nosotros los esclavicemos y explotemos como si de una mina se tratase.

No: las plantas no tienen sentimientos, no sienten dolor y no tienen sistema nervioso por lo que no tienen consciencia de sí mismas; todo lo opuesto a los animales.

No: no voy a quedarme en una isla desierta en la que sólo pueda alimentarme de un animal; ni plantear esa situación extrema debería cambiar la manera en que nos comportamos en nuestro día a día.

Sí: puede que haya "problemas peores" como el hambre en el mundo o el calentamiento global, pero es curioso cómo estos pueden revertirse de manera significativa cuando dejas de utilizar animales como fuente de alimento. Ni que decir tiene, unos problemas no anulan los demás

Sí: puede dar miedo al principio, salir de lo que siempre has conocido y sobre todo tener que enfrentarte al continuo cuestionamiento social sobre lo que compras o lo que comes (de repente todo el mundo se convierte en experto nutricionista).

Y sobre todo, SÍ: cuando te molestas en buscar las evidencias sobre el tema, forjar tu propia opinión y de manera inevitable descubrir la verdad que hay detrás de la industria alimentaria y las lavadas de cerebro con las que has crecido; cuando te llega el golpe de realidad, cuando empiezas a deconstruir ideas que dejan de tener sentido y creces como persona, cuando te das cuenta de que sólo hay una opción con la que sentirse aliviado, bien con uno mismo, con el planeta y con los seres que habitan en él, entonces te das cuenta de cuál es el camino correcto, y las cosas maravillosas que suceden en él.

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