And it was all yellow

Esa sensación de dejar de hablar porque sabes que el otro está dormido o a punto de hacerlo.
Esa sensación al poder hablar de cualquier tema abiertamente desde del primer momento, de una conversación infinita, de despedidas de cinco minutos que se convierten en horas.
Esa sensación al volver a hablar después de semanas, meses o años, y que todo siga igual que siempre.
Esa sensación de querer compartir mil vivencias, de saber que juntos podéis hacer mil cosas y todas completamente diferentes.
Esa sensación de ver al otro despertar, ese vínculo que se crea y esa naturalidad con que suceden las cosas desde entonces.
Esa confianza de hermanos en tansólo horas, y sobre todo esas pocas personas con las que sabes que puedes vivir eso.
Esas personas pueden ser familiares, pueden ser tu pareja, pueden ser un amigo. Aunque suelen ser mucho más que eso, y por qué no ponerles un nombre a aquellos que se cruzan contigo durante unas horas, unos meses o unos años y que te dejan un pedacito de sí mismos? Y por qué no llamarlos amarillos. Y por qué no decirles que los quieres, que son geniales para ti, y buscar esos encuentros mágicos.
Yo ya voy encontrando mis amarillos. Los que lo fueron y ya se fueron, los que lo son y siguen ahí. A ellos gracias por ser esa gran parte de mí.

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